jueves, 22 de enero de 2015

Un T. rex llamado Sue.



El neumático pinchado.

El pinchazo de un neumático fue el responsable del descubrimiento de Sue, si aquel día no se hubiera pinchado esa rueda y Sue Hendrickson no hubiera aprovechado el imprevisto para explorar una zona cercana, los huesos de Sue quizás nunca se hubieran descubierto.

Peter Larson fue quien identificó los restos y no tuvo dudas en confirmar que se trataba de un T. rex lo que motivó de manera extraordinaria al equipo para realizar las excavaciones. Lo que no sabían entonces es que ese esqueleto, el del T.rex SUE, era el más completo de la historia de la paleontología con un 80% de los huesos en perfecto estado, el de mayor tamaño y mejor conservado, en resumen un ejemplar excepcional, único.

Todo parecía perfecto pero pronto empezaron los problemas.

La propiedad de Sue y los indios Sioux.

Peter larson y su equipo pagaron 5.000 dólares a Maurice Williams, miembro de la tribu Sioux, lo que no quedó claro es si ese dinero eran el pago por el trabajo del equipo de excavar el dinosaurio o si era la venta del fósil incluyendo el derecho de excavarlo.

Para el señor Williams no había duda y matizó posteriormente que los 5.000 dólares eran el pago por la excavación, no por el dinosaurio. Si tenemos en cuenta que intervino el FBI, que además el Gobierno de los Estados Unidos alegó que los terrenos y el T. rex eran en realidad suyos y que el asunto fue llevado a juicio, tenemos el argumento perfecto para una película de Perry Mason.

Izq. Sue Hendrickson, dcha. Peter Larson, craneo de Sue.
El juez dictaminó que el legítimo propietario era el sioux Maurice Williams y éste decidió subastar el esqueleto.

Al subastar el fósil entre los científicos creció el temor de que Sue acabara en alguna colección privada. El Museo Field de Chicago se posicionó entonces como firme pujador, pero sus recursos eran limitados y solicitaron ayuda económica al sector privado. Empresas destacadas como Walt Disney y McDonals, ayudaron a cambio de réplicas del esqueleto. Y fue así como el Museo Field de Chicago se hizo con la propiedad del Tyrannosaurus rex llamado Sue; pagaron la cantidad de 8.362.500 dólares, la mayor cantidad pagada nunca por un fósil de dinosaurio.


Lo que mostraron los huesos.

Pero Sue tenía mucho aún que contar. Los científicos por fin pudieron investigar los fósiles y ahora sabemos que Sue tenía 28 años cuando murió, siendo el tyrannosaurus rex conocido de mayor edad, de ahí su enorme tamaño.

Además tuvo una vida muy dura o al menos eso evidencian las fracturas en tres costillas, la marca de un desgarro en un brazo, la lexión de un hombro, la fuerte infección del peroné izquierdo, artritis o fractura en algunas vértebras de la cola y también padecía gota. 

En el cráneo había unos huecos que al principio los científicos interpretaron como marcas de dientes, pero descartaron la opción al no ver claros indicios de mordisco. La teoría actual apunta hacia un parásito,  Trichomonas gallinae, que curiosamente afecta a las aves y causa unas heridas similares. 

Todo esto nos indica que la vida de Sue fue muy física, de mucho "contacto" y lucha, que era un depredador activo y que recibió ayuda por parte de otros individuos de su especie. Sue o viviía en pareja, como algunas aves, o en grupo, pero sin duda recibió ayuda en momentos puntuales de su vida. Pese a todas las patologías que sufrió ninguna fue causa directa de su muerte y dicha causa sigue siendo un misterio por desvelar.

Esta es la historia del Tyrannosaurus rex más caro, más grande, más completo y con más historia, Sue. Hoy en día puede contemplarse su esqueleto original montado en el Museo Field de Chicago, uno de los pocos equeletos de Tyrannosaurus rex originales expuestos. 

Esqueleto original de Sue, Museo Field Chicago

Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones:
Fotografías: www.naturalhistory.novascotia.ca, www.dinohunters.com, www.themash.com, www.openi.nlm.nih.gov.
Fuentes:
- www.openi.nlm.nih.gov.
- "Sue at the Field Museum". The Field Museum. Retrieved 19 December 2014 
- Relf, Pat. A Dinosaur Named Sue: The Story of the Colossal Fossil. 2000.
- Noticia Periódico "El Pais".

sábado, 17 de enero de 2015

El bosque de piedra.

Pensando en como ocupar el fin de semana se me ha ocurrido un destino interesante, el Parque Nacional del Bosque Petrificado de Arizona. 


Es un lugar interesantísimo, las condiciones de aquel entorno durante el Triásico (hace 200 m.a.) permitieron la fosilización de enormes cantidades de madera, convirtiéndose en uno de los lugares con mayor concentración de este tipo de fósil. 


La especie predominante es Araucarioxylon arizonicum, un tipo de conífera que puede alcanzar 60 metros de altura y un diámetro en su tronco de 3 metros.

El Bosque Petrificado está en un desierto actualmente con temperaturas que oscilan entre los 30ºC en los días de Verano, y los 9ºC en los días de Invierno, aunque las temperaturas mínimas en invierno pueden llegar a los -6ºC. En el Triásico sin embargo este lugar era de ambiente tropical, muy húmedo y cálido favoreciendo el crecimiento de la vegetación. El parque tiene una extensión de 885 Km2.

Recreación del bosque petrificado durante el Triásico.

Como Arizona puede quedarnos un poco lejos desde España, planteo un viaje mas humilde pero también interesante: Hacinas, muy cerca de Salas de los Infantes "Tierra de dinosaurios. 

En este pueblo se conservan en magníficas condiciones un puñado de árboles petrificados del periódo Cretácico. Además hay un centro de interpretación del árbol fósil que ayuda a entender como fue ese entorno hace 120 millones de años.

Hay otros puntos interesantes en el entorno de Salas de los Infantes y en el propio pueblo de Salas, será de obligado cumplimiento dar algunas indicaciones y ofrecer la mejor información en una próxima entrada para favorecer la visita a este entorno con un pasado mágico.









Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.paleontologia-y-evolucion-ucm.blogspot.com.
Fotografías: www.sp.depositphotos.com, Germán Zanza.
Fuentes:
 - National Park Service.
- Petrified Forest National Park Weather Page.


lunes, 12 de enero de 2015

Carcharodon megalodon, aquel que devoraba ballenas.

Creo que para presentar a este tiburón de proporciones épicas, es más que apropiado recurrir a un fotomontaje que circula por internet. Es un tiburón blanco al que se le ha aumentado el tamaño con photoshop y se ajusta con exactitud al tamaño que podía alcanzar un Carcharodon megalodon.


La fotografía habla por si sola, la boca del C. megalodon tiene el tamaño de una puerta circular llena de dientes, el viaje sería únicamente de ida y sin necesidad de ser masticado.

Las imagenes de este animal no necesitan de palabras para explicarlas y ésta en concreto me encanta. Es una de las primeras fotografías con el marco mandibular del C. megalodon (imagen de la derecha).

Este tiburón apareció hace 16 millones de años y se extinguió hace 3 millones de años. Hay quien sostiene que aún habita las oscuras aguas abisales, pero no hay ninguna prueba que apoye tales congeturas.



Lo que si sabemos es que atacaba a grandes cetaceos y sus dientes quedaron marcados en los huesos de sus presas. Muchas de esas marcas no presentan cicatrización por lo que parece que fueron mortales. Dado que el hueso fue marcado por los dientes es de suponer que la potencia del mordisco era muy fuerte ya que atravesó piel, grasa y músculo.

Dientes de T. blanco y megalodon.
Es cierto que C. megalodon es el tiburón prehistórico más conocido pero hay otros tiburones que superaban con facilidad el tamaño del tiburón blanco actual. Uno de los más comunes era Otodus obliquus, sus dientes inundan las ferias y tiendas de fósiles.




Será interesante para acabar ver una representación del Carcharodon megalodon y Otodus obliquus comparado con el tiburón blanco. Hay que tener en cuenta que de estos tiburones sólo se han conservado los dientes, pues son animales de esqueleto cartilaginoso lo que complica su fosilización. Sin embargo sabemos por la morfología de los dientes que eran familiares cercanos del tiburón blanco por lo que podemos aplicar una analogía y realizar un aumento proporcional entre dientes y longitud.

a) C. megalodon. b) O. obliquus. c) Tiburón blanco.


Distribución de los fósiles de Carcharodon megalodon y por lo tanto zonas en las que vivió este gran tiburón.




Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.miplayadelascanteras.com/
Fotografías: www.youtube.com, www.destylou-historia.blogspot.com.es.
Fuentes:
- Bretton W. Kent (1994). Fossil Sharks of the Chesapeake Bay Region. Egan Rees & Boyer, Inc. 146 páginas. ISBN 1-881620-01-8.
- Agassiz, L. 1833-1844. Recherches sur les Poissons Fossiles, V. 1-5. Imprimerie de Petitpierre, Neuchâtel, Suisse.

lunes, 5 de enero de 2015

¿Cómo identificar a un dinosaurio?

Para identificar a un dinosaurio, lo primero es preguntárselo al propio dinosaurio pero como seguramente no encontraremos ninguno vivo y los muertos no hablan, lo mejor será aprender dos cosas básicas que ayudarán para identificarlos fácilmente.

Para empezar los dinosaurios son terrestres, ni vuelan, ni su medio habitual es acuático. Podemos encontrarnos con dinosaurios con la capacidad de planear, o dinosaurios que se alimentan en los ríos pasando largo tiempo en ellos, pero ni dominan el vuelo ni su adaptación acuática los especializa para esos medios.  

Pterosaurio, no dinosaurio.
Plesiosaurio, no dinosaurio.

Por lo tanto, los plesiosaurios o pterosaurios son reptiles pero no son dinosaurios. Es interesante también diferenciar a los reptiles de los dinosaurios. Es sencillo si nos fijamos en las patas. Las articulaciones de los reptiles condicionan un posicionamiento de las patas hacia fuera del tronco; en cambio los dinosaurios tienen una posición recta de las patas similar a la de los mamíferos o aves. Con la imagen de abajo se apreciará mejor dicha diferencia.
 

Con los primeros descubrimientos en paleontología en el siglo XIX se cometieron errores y uno obvio fue pensar que los dinosaurios por su apariencia eran reptiles y la posición de sus patas era como la de los lagartos actuales. 


Dragón de Komodo, reptil actual.
Estudios anatómicos posteriores evidenciaron que la posición de las patas era recta más similar a los mamíferos o las aves.

Con estas sencillas claves resulta mucho más sencillo identificar a un dinosaurio, además hay que tener en cuenta que vivieron sólo en la era Mesozoica, así que cualquier animal que nos siembre dudas y sea de otra era será descartado. Se suelen confundir también a los reptiles del periódo Pérmico con dinosaurios pero sus patas nos indican que son reptiles.

Reptil mamiferoide, no dinosaurio.


Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.portalciencia.net, www.taringa.net, Raúl Martín.
Fotografías: www.spiritanimals.wikia.com.

viernes, 2 de enero de 2015

Dunkleosteus, un pez de pesadilla.

Hace aproximadamente 380 millones de años, el pez Dunkleosteus sembró el terror en los mares del Devónico. Pertenecía a una clase de peces muy comunes entonces, los peces "acorazados", que poseían escamas muy duras, o parte de su esqueleto estaba muy reforzado. 

En el caso del Dunkleosteus su enorme cabeza acorazada estaba provista de dientes como cuchillas que diferían de los dientes de los tiburones actuales. Una masa uniforme y sólida era lo que servía a este pez para cortar a sus presas.

Sus fósiles se han encontrado en Estados Unidos, Norte de África y Este de Europa. En cuanto a sus medidas podemos intuir que los ejemplares más grandes llegaban a los 10 metros de lontigud, convirtiéndose sin duda en los reyes del mar Devónico.

Pero hay más datos curiosos que conocemos con las últimas investigaciones. Muchos restos de Dunkleosteus presentan marcas de mordiscos que no llegaron a cicatrizar y que eran en esencia heridas mortales. Esas marcas coinciden con el patrón de dentellada de los propios Dunkleosteus lo que evidencia un comportamiento caníbal. 

 

Además sabemos la fuerza aproximada de dicha mordedura, que se ha calculado en aproximadamente 5000 newtons; para tener una referencia, el león actual tiene una fuerza de mordisco de 4000 newtons.
Se suponía que el Dunkleosteus tenía efectivamente una mordida potente pero lenta, sin embargo los estudios biomecánicos indican que sus articulaciones mandibulares permitían realizar un mordisco fuerte y rápido. 

Como conclusión podríamos decir que bañarse en las aguas saladas del Devónico podía perjudicar seriamente su salud, salvo que ese día Dunkleosteus hubiera desayunado con contundencia.



Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.devianart.com
Fotografías: Field Museum archive.
Fuentes:
- J. J. Sepkoski. 2002. A compendium of fossil marine animal genera. Bulletins of American Paleontology 363:1-560.
- Newberry, J. S. (1873) Report of the Geol. Survey of Ohio, Vol. I.
- Michael C. Hansen (1994). Concretions: The "Ludus Helmontii" of the Ohio Shale. A Quarterly Publication of the Division of Geological Survey.
-  Lehman, J. P., 1956, Les Arthrodires du devonien superieur du Tafilalet (sud marocain): Morocco Serv. Geol. Notes et Mem., no. 129: 1-70.
- Murphy, J. L. 1979 Brief Note: Stratigraphic significance of a Dunkleosteus plate from the Upper Riceville Shale. Ohio J. Sci. 79(5): 233-235.