viernes, 24 de julio de 2015

El fósil increíble de una lucha.

El desierto del Gobi en Mongolia, es un lugar excepcional para los paleontólogos. Las condiciones ambientales y geológicas ofrecen a los cazadores de fósiles un material excepcional, muchos ejemplares de dinosaurio se encuentran completos y en posición anatómica. Es decir, se encuentran con los huesos conectados unos con otros en la posición en la que el animal murió hace casi 100 millones de años. 

Los huesos fosilizados de los dinosaurios contienen una información muy limitada, y son las excepciones en forma de fósiles insólitos, las que nos animan a soñar y traer al presente instantes vividos en el pasado.
Algunos fósiles parecen fotografías que captan un momento de la era mesozoica: madres y padres oviraptor incubando sus huevos, bebés dinosaurio saliendo del cascarón ó como en la historia de la que hablaremos hoy,  el resultado de una lucha.

Fósil original a la izq, reconstrucción a la dcha.
Los velociraptores eran depredadores que ocupaban el nicho ecológico equivalente a los lobos actuales. Eran carnívoros inteligentes y probablemente sociales. Tenían una gran garra en sus patas traseras que les servía para herir de muerte a sus presas. Dientes afilados y garras de menor tamaño en manos y pies eran también armas nada desdeñables.

Los protoceratops por su parte eran herbívoros. Pertenecían a la misma familia que los triceratops aunque carecían de cuernos. Eran probablemente dinosaurios sociales y en manada se protegían de los depredadores. 

Ilustración de los dinosaurios en plena lucha.
Los detalles que dieron origen de la trifulca se desconocen. Quizás se trataba de un velociraptor solitario, o un miembro de un grupo que se acercó demasiado a la manada de protoceratops. Puede también que los protoceratops se sintieran amenazados al ver invadido su territorio… y el ataque comenzó. La posición sugiere que el protoceratops envistió al velociraptor. El duro golpe rompió algunas costillas, pero el depredador se defendió. Seguramente rasgó con sus uñas traseras el vientre del protoceratops, que por su parte mordió uno de los brazos del velociraptor.

Enzarzados en una danza mortal ambos animales murieron rápidamente. Después, una tormenta de arena cubrió sus cuerpos preservándolos hasta nuestros días, convirtiéndolo en el fósil increíble de una lucha.






Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.pinterest.com, www.spohniscool.deviantart.com.
Fotografías: www.pinterest.com.


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