martes, 15 de julio de 2014

Mamá, mamá ¿De dónde viene la ballena?

Esta historia es muy antigua, podría comenzar diciendo: erasé una vez... o, hubo un tiempo muy lejano en el que... y lo cierto es que hace 375 millones de años hubo un pez que abandonó el medio acuático; ese pez adquirió cacterísticas anfibias y posteriormente reptilianas, y finalmente ese reptil se transformó en mamífero. Pero hoy en día las ballenas, mamíferos acúaticos, dominan los mares con osados tamaños e infinidad de formas. Esa es la historia que hoy quiero contaros, como un mamífero retornó al mar y conquistó el medio que una vez le vio nacer.

Darwin, padre de la teoría de la evolución, fantaseó con la imagen de un oso que en contacto con el medio fluvial iba adquiriendo adaptaciones que lo vinculaban a ese ecosistema y como progresivamente se convertía en una forma similar a una ballena que regresaba a los mares. Pero esa figura hipotética del oso era sólo una hipótesis, hubo que esperar a que la paleontología del siglo XX diera con fósiles que arrojaran luz a tales planteamientos.

Primero se encontró un cráneo y posteriormente restos del esqueleto. El animal en concreto era un mamífero cuadrúpedo que poco de ballena tenía, al menos a simple vista, porque un examen más profundo reveló características muy interesantes. Los huesos del oído del Pakicetus eran idénticos a los de los cetáceos actuales, con una composición única en el reino animal.

Pakicetus


Pero además existía un animal que tenía similitudes con el Pakicetus y modificaciones en los miembros que lo adaptaban a ambientes acuáticos, su nombre: Ambulocetus.
El cráneo y la forma de los dientes tienen un parecido asombroso con los de su antecesor terrestre y sin embargo Ambulocetus, podía nadar hábilmente gracias a sus manos y pies palmeados.


Ambulocetus



Hay formas intermedias, pues es lógico pensar que la evolución de los cetáceos no fue en una línea única, y surgieron varios modelos simultáneos que tomaron diferentes caminos. Algunos desaparecerían y otros darían origen a sucesivos grupos que se ramificarían hasta nuestros días. Uno de esos antepasados fue el Dorudon, una especie de delfín primitivo, que aún mantenía un parecido en su esqueleto y cráneo con sus antepasados más cercanos (pakicetus y ambulocetus).


Dorudon


Y el gran salto lo dió el Basilosaurus, sin perder esos rasgos primitivos creció en tamaño y se considera uno de los primeros mamíferos acuáticos similar a una ballena. En un primer momento, cuando se descubrió el fósil, pensaron que se trataba de un reptil prehistorico de ahí el nombre de Basilosaurus que quiere decir, "reptil rey".


Basilosaurus


Para los más curiosos pongo las fotos de los esqueletos de estas 4 formas evolutivas de cetáceo para que se puedan apreciar las similitudes óseas.


De izquierda a derecha: Pakicetus, Ambulocetus, Dorudon y Basilosaurus.


Basilosaurus desapareció o simplemente evolucionó hacia otras formas más eficientes, sea como fuere esos modelos arcaicos de dientes puntiagudos tomaron variados caminos dando lugar a los mamíferos más grandes conocidos en la historia de la tierra. Y quien sabe si quizás algún día, un delfín o una ballena pone de nuevo sus garras sobre la tierra y vuelve a ese medio que le sirvió de hogar. En todo caso no sabemos si serán felices y comerán perdices, porque este cuento aún se está escribiendo...


Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.palaeopedia.tumblr.com, www.jodyneilson.wikispaces.com, www.carnivoraforum.com, www.unlobogris.deviantart.com.
Fotografías: www.rescast.com, www-personal.umich.edu, www.pixgood.com.
Fuentes:
- P. D. Gingerich & D. E. Russell (1981). «Pakicetus inachus, a new archaeocete (Mammalia, Cetacea) from the early-middle Eocene Kuldana Formation of Kohat (Pakistan)». Univ. Mich. Contr. Mus. Paleont 25: 235–246.
- P. D. Gingerich, M. Haq, I. S. Zalmout, I. H. Khan, and M. S. Malkani. 2001. Origin of whales from early artiodactyls: Hands and feet of Eocene Protocetidae from Pakistan. Science 293:2239-2242.
- J. G. M. Thewissen, E. M. Williams, L. J. Roe and S. T. Hussain (2001). «Skeletons of terrestrial cetaceans and the relationship of whales to artiodactyls». Nature 413: 277–281.

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