sábado, 7 de marzo de 2020

Una quedada mesozoica: Salas de los Infantes.

Nos adentramos en tierras burgalesas, hacia el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, tierra de dinosaurios por derecho y visita obligada para cualquier curioso de la paleontología.

En el interior del Museo nos esperaba Fidel Torcida, Director del Museo, que tuvo la deferencia de mostrarnos los secretos que se esconden tras los fósiles. Por desgracia algunos de los lugares más interesantes del entorno de Salas de los Infantes, como las huellas de “Atila” (en el yacimiento cercano de Costalomo), pertenecientes a un dinosaurio carnívoro de gran porte, solo los podemos conocer mediante las fotografías de los paneles, las réplicas a escala real y maquetas en miniatura del yacimiento. No hay financiación para proteger y divulgar, con la seguridad necesaria, un yacimiento tan excepcional.



Pero fuera de los paneles, el Museo de Dinosaurios posee una interesante colección con fósiles originales recuperados en Salas de los Infantes y sus alrededores. Junto a Fidel recorrimos cada una de las vitrinas, desde el holotipo de Arcanosaurus ibericus, una hilera de vértebras dorsales y caudales que dan nombre a un género único en el mundo, hasta la mano de un joven pero temible Baryonyx. Un dinosaurio carnívoro de gran tamaño que probablemente habitaba cerca de ríos y lagos, donde pescaba peces, su principal fuente de alimento.
 
Diente (izq.) y parte de la mano (dcha) de Baryonyx.

Púas y placas sobre el lomo, defensa inexpugnable de los herbívoros acorazados, ornamentos duros y de una gran densidad ósea que potenciaban su fosilización. Como contrapunto los estilizados y más pequeños fósiles de los “dinosaurios gacela”, los Hypsilophodon ágiles y de mediano tamaño, que posiblemente se movieron en manada. Una muestra de la variedad de formas herbívoras de dinosaurio de Burgos.
Fidel Torcida nos recordó que hay especies aún en estudio y que falta mucho por conocer de los ornitópodos salenses.

Fémur Demandasaurus darwini.
Entre uñas “estilete” de Iguanodon, y otras muchas otras partes fosilizadas del esqueleto de este tipo de dinosaurios herbívoros de gran tamaño, nos acercamos a un dinosaurio con “nombre propio”, y es que Demandasaurus darwini es algo más que un dinosaurio. Demandasaurus es un símbolo, es deporte (da nombre a una consolidada marcha de montaña) y es la conexión del pueblo con el patrimonio. Sus huesos no tienen secretos para el Director del Museo, que con entusiasmo describe sus características más interesantes, esas autopomorfías que lo definen como especie.

Las vitrinas se agotaron, pero nos aguardaba una sorpresa. Solo había una forma de acabar el recorrido por el museo. Europatitan eastwoodi fue descrito en 2017, y desde entonces ocupa parte del espacio de almacén-laboratorio donde se ve obligado a coexistir con momias (fósiles extraídos envueltos en espuma de poliuretano para su protección) de excavaciones recientes. La movilidad es reducida para quienes trabajan allí y como “piojos en costura” contemplamos el fósil con entusiasmo. A través de los ojos de Fidel, Europatitan nos muestra sus sacos aéreos y los abundantes huecos en las vértebras, trucos todos ellos, para aligerar su peso. Un titán que motivó muchas preguntas respecto a dichas adaptaciones. Un enigma “de cuello larto” y 35 toneladas que de momento no tiene hueco en el museo.

Después llegó el ambiente distendido y las compras de rigor, porque es difícil resistirse a comprar un dinosaurio de vez en cuando. Y entre risas y agradecimientos nos despedimos de Fidel.


Y como nunca está de más, reiteramos los agradecimientos al Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes y particularmente a Fidel Torcida Fernández-Baldor, por el trato cordial y cercano y por sus excelentes explicaciones. A Luis Ángel, por recibir siempre a los visitantes del Museo y aguantar mis chácharas. Y obviamente a Javier Urién, con quien siempre es fácil hablar y que acepta de buena gana las propuestas que lanzo cada cierto tiempo. Gracias a todos porque sois geniales.
Y recordaré que esta historia comenzaba con una quedada, con unos nicks en Twitter y la loca idea de quedar para conocer a quienes hasta entonces eran desconocidos. Ya lo hemos dicho todo en estos días posteriores a la excursión, ha sido un placer conoceros y espero que esta no haya sido la última vez en la que los Dinosaurios nos unen. Hasta pronto.


Autor texto: Germán Zanza López.
Autor fotografías: (1-4) Museo Dinosaurios Salas, (2-3) Conjunto Vacío. 
Autor fotografía pie de la entrada: Conjunto Vacío.




Una quedada mesozoica: Icnitas de Soria.

El Sábado 29 de Febrero viajé en el tiempo, y no me refiero únicamente a la temática que nos envolvió, con huellas de dinosaurios y fósiles de hace más de 100 millones de años. Aquel día me trasladé a una época de Foros y chats de internet, ese tiempo en el que era “habitual” quedar para desvelar los rostros que se ocultaban tras nicks que acumulaban horas de conversaciones con las que se forjaban peculiares amistades. 


Yacimiento Fuente Lacorte - El Frontal.

El marco en esta ocasión era Twitter y el año el 2020, lejos han quedado esos foros pero la esencia, en parte, es la misma, gente unida por gustos comunes y ganas de chanza para pasar un rato agradable.

Soria nos cobijó y nuestra anfitriona nos guio con acierto por los más destacables yacimientos con icnitas de dinosaurios de la provincia. Durante la ruta surgió el recuerdo de Sara García Cámbara, una entrañable mujer que falleció el 23 de Noviembre de 2016 a los 85 años. Custodia de las huellas y guía improvisada, mostraba las huellas de dinosaurio de Bretún a los visitantes que se acercaban al modesto pueblo.

Saurópodo de Salgar de Sillas.
La ruta comenzó en Los Campos, en el yacimiento de Salgar de Sillas, el único yacimiento protegido por una tejavana que minimiza la erosión. Entre todas las huellas, de terópodo y ornitópodo, destaca el rastro de un saurópodo de gran tamaño. Pero además de su tamaño es muy llamativo un reborde que dejó el pie al desplazar el barro, esos detalles y el buen estado de conservación hacen de este yacimiento visita obligada en la ruta.

En Santa Cruz de Yanguas vimos dos yacimientos en los que predominan las huellas de ornitópodos. Rastros muy interesantes pero que después de Salgar de Sillas, supieron a poco. Y es que el nivel quedó muy alto desde el principio.

Pero ahí estaba Bretún, y el recuerdo de Sara, para devolver el entusiasmo a éste loco de las icnitas. En el yacimiento de Fuente Lacorte – El Frontal, es muy claro el rastro de un dinosaurio a la carrera y otras curiosas huellas en las que quedó impreso el cuarto dedo de las patas traseras. La sorpresa definitiva llegó cuando al entrar en una de las calles de Bretún nos topamos con el yacimiento El Corral de la Peña. Se discute si el rastro tridáctilo es de un terópodo u ornitópodo, pero es el menor de los males cuando entre los portales de las casas puedes ver huellas de dinosaurio. ¿Cómo no recordar en semejante escenario las leyendas de tiempos pasados? Que explicaban la existencia de aquellas huellas, de tres dedos, atribuyéndolas a algún tipo de gallina gigante. Y es que aquellas gentes de alguna manera tenían que aliviar el peso de no tener respuesta ante tal cuestión, huellas similares a las de las aves marcadas en la piedra.

Vista de Bretún desde uno de los yacimientos.

El yacimiento de Fuentesalvo, con su modestia, puso la guinda a una mañana de icnitas por Soria. Solo faltaba recuperar energía con una merecida comida y continuar nuestro viaje hacia Salas de los Infantes, donde nos esperaba el Museo de Dinosaurios.


Autor texto: Germán Zanza López.
Autor fotografías: Conjunto Vacío.
Autor fotografía pie de la entrada: Germán Zanza.