lunes, 9 de octubre de 2017

Mario Laurino. Una historia escrita con huesos.

En Octubre de 2014 el área de Paleontología del Instituto Alavés de la Naturaleza (I.A.N) quedó huérfana. Mario Laurino, dedicó su vida a rescatar cientos de huesos  fósiles hasta formar una osteoteca que incluye restos de osos de las cavernas, bisontes, jaguares europeos, ciervos gigantes y otros muchos animales que poblaron Álava durante el Cuaternario. Fue mi mentor y quien me abrió las puertas del I.A.N. sin recelos. Aprovecho para darte las gracias maestro, allí donde estés, por esas tardes de verano rodeado de huesos.

El espeleólogo Mario Laurino.
Mario vivía en un mundo poblado por criaturas increíbles dueñas del pasado, un mundo difícil de comprender para el urbanita anclado en el presente por lo diferente que era aquel mundo del nuestro. Pero Mario siempre tuvo tiempo para responder las preguntas y acercar la prehistoria al curioso ávido de respuestas, pues su hábitat eran las cuevas, y allí en soledad, en el interior de la caverna, buscaba pedacitos de historia con la luz del carburo como compañera.

La cueva tiene magia, su evocadora oscuridad te traslada miles de años atrás y es fácil imaginar a los osos de las cavernas rascando con sus uñas en el barro húmedo de las paredes, donde su marca aún está presente. Mario paseó por esas cuevas y probablemente imaginó también al gran oso, a la hiena y al león de las cavernas. Por desgracia esas criaturas desaparecieron, al igual que Mario, pero nos queda su legado. Nos queda un tesoro que no es de oro, es un inmenso libro con páginas de hueso y diente, un libro que nos cuenta la apasionante historia de nuestra tierra hace miles de años. Una historia que solo los hermanos del oso, de la hiena, del bisonte y del uro,  solo los que son como Mario, son capaces de leer.

El deseo de Mario era que la osteoteca ocupara el lugar que merecía y fuera accesible a los expertos. Hoy podemos decir por fin que su deseo se ha logrado, no sin esfuerzo en 2017 la osteoteca se ha trasladado a un área del Museo de Arqueología de Vitoria donde estamos seguros que estará custodiada como se merece. 

Autor: Germán Zanza López.
Fotografías: Instituto Alavés de la Naturaleza.


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